sábado, 19 de febrero de 2011
sábado, 21 de noviembre de 2009
Hoy, recién, cacé un bicho al vuelo. No era un mosquito, ni una polilla. Tenía el tamaño de una mosca, pero tampoco. Estaba atontado o le faltaban sensores. Rebotaba contra la pared. Parecía perdido (o perdida). Pasó cerca de mi oreja. No zumbaba. No emitía ningún sonido. Abrí la mano. La cerré cuando el insecto estuvo lo suficientemente cerca. Cuando la volví a abrir, el diminuto amasijo negro cayó al suelo. Un ala se me quedó pegada a la piel. Me dio asco. Me lavé las manos.
lunes, 5 de octubre de 2009
lunes, 16 de junio de 2008
Parte de la religión
Cinemark Palermo. 17:30. Mi amiga Valeria y yo sacamos dos entradas para Aniceto. Le pido a la vendedora: al centro. Entramos a la sala. La acomodadora nos ubica contra la pared. Me quejo. Hago un pequeño escandalete. Amenazo con irme y pedir que me devuelvan las entradas. Mi amiga me mira. Entiendo. Nos quedamos mosca. Empieza la película. Desde el comienzo, belleza. Belleza, belleza, belleza. Síntesis. Perfección. Cuando la proyección termina, tengo los ojos llenos de lágrimas. Se encienden las luces de la sala y lentamente la gente empieza a pararse y a emigrar. La salida se congestiona. Las señoras (el promedio de edad de los asistentes ronda los sesenta años de edad, la mayoría mujeres), taponan las escalinatas. Alguien empieza a aplaudir. Varias palmas se suman. La gente rodea a un muchacho mezclado con el público. Viste un jean, un pullover abrigado, bufanda, campera. Sostiene con las dos manos un balde de pochoclo y dos vasos de gaseosa extragrande, sin su contenido. Lo miro. Es Piquín. Hernán Piquín, el protagonista de la película. El bello, excelente, virtuoso bailarín. Las señoras le gritan cosas como: ¡¡te felicito!! Yo también aplaudo. Lo quiero. El contingente empieza a moverse hacia la salida. Piquín queda atrapado entre una muralla de mujeres de tapado y permanentes que, antes de abandonar la sala, lo besan. Yo camino en dirección a la salida a paso de tortuga, detrás de más y más tapados con permanente. Le digo a mi amiga: yo lo quiero tocar. La señora que espera su turno delante mío me anima: y tocalo! Cuando me llega el turno de pasar a su lado me acerco un poco más. Le digo: ¿Te puedo besar yo también, aunque no tenga setenta? ¡Claro! Me dice, encantador, y ofrece su mejilla. Nos abrazamos, lo beso. Me estremezco, como un religioso tomando contacto con un objeto sagrado. Y me voy del cine, feliz.
lunes, 9 de junio de 2008
1. En la tierra hay una grieta por donde se filtra la humedad. De a poco se pudren los cimientos sobre los que se intenta construir algo. Todo blandito. Mohoso.
2. Las horas: cuerdas de un instrumento desafinado. Cuerdas para hacer equilibrio sobre el abismo del tiempo. Cuerdas para acordarse. Para ahorcarse. Cuerdas para amarrarse a un poste cuando cantan cerca las sirenas. Cuerdas para colgarse. Para saltar a la cuerda. Acordonarse. Cuerdas para activarse. Para darse cuerda. O ser cuerda.
3. Tallar la voz hasta volverla imagen.
4. El es un reptil. Frío. La lengua dividida. Con una de sus mitades habla un idioma extraño e indescifrable; escupe veneno para inmovilizar a su presa y comérsela de un bocado, te desconoce. Con la otra mitad calla y lame a los heridos y es el de siempre. Mirarlo es como deslizarse por una pista de hielo. Desconocer los rudimentos básicos que requieren la práctica del patinaje es un peligro. Nunca tambalearse. Ni temblar.
2. Las horas: cuerdas de un instrumento desafinado. Cuerdas para hacer equilibrio sobre el abismo del tiempo. Cuerdas para acordarse. Para ahorcarse. Cuerdas para amarrarse a un poste cuando cantan cerca las sirenas. Cuerdas para colgarse. Para saltar a la cuerda. Acordonarse. Cuerdas para activarse. Para darse cuerda. O ser cuerda.
3. Tallar la voz hasta volverla imagen.
4. El es un reptil. Frío. La lengua dividida. Con una de sus mitades habla un idioma extraño e indescifrable; escupe veneno para inmovilizar a su presa y comérsela de un bocado, te desconoce. Con la otra mitad calla y lame a los heridos y es el de siempre. Mirarlo es como deslizarse por una pista de hielo. Desconocer los rudimentos básicos que requieren la práctica del patinaje es un peligro. Nunca tambalearse. Ni temblar.
domingo, 8 de junio de 2008
viernes, 6 de junio de 2008
jueves, 22 de mayo de 2008
10 a.m.
Los ojos empotrados en la frente. Lumbalgia. Rumiando el sabor amargo de un sueño troquelado. Mi hija escupe flema negra. Yo me trago los mocos. Taquicardia. Vértigo. Esta imagen: un soldadito a cuerda da pasos torpes pero certeros en línea recta sobre la mesa. Se acerca al borde. Un astro violeta ilumina cenital una porción de la superficie blanca. Precipicio. Cae. De espaldas, quebrado, sigue su marcha mecánica, moviendo las patitas en el aire.
miércoles, 21 de mayo de 2008
sábado, 5 de abril de 2008
lunes, 31 de marzo de 2008
Kitchen
Sobre la superficie de mármol veteado corre una cucarachita asustada, describiendo círculos alrededor de la esponja.
En la pileta, platos del medio día con restos de comida: huesos de pollo nadando entre grasa gelatinosa.
Los guantes de goma amarilla, reposando en el alfeizar. Decido ignorarlos.
En la otra habitación, mi hija juega.
Como de costumbre, un príncipe y una princesa. Se enamoran, se casan, se besan.
Una guirnalda de papel crepe fosforescente se desprende de la pared un año después de haber sido colgada; el pegamento de la cinta perdió su capacidad adhesiva. Un acontecimiento azaroso y puntual. Como un estallido o un nacimiento. El televisor en mute centellea. Zapping de informativos.
Casi tan difícil elaborar una opinión sólida como forrar una tartera con masa sin que se quiebre.
En la pileta, platos del medio día con restos de comida: huesos de pollo nadando entre grasa gelatinosa.
Los guantes de goma amarilla, reposando en el alfeizar. Decido ignorarlos.
En la otra habitación, mi hija juega.
Como de costumbre, un príncipe y una princesa. Se enamoran, se casan, se besan.
Una guirnalda de papel crepe fosforescente se desprende de la pared un año después de haber sido colgada; el pegamento de la cinta perdió su capacidad adhesiva. Un acontecimiento azaroso y puntual. Como un estallido o un nacimiento. El televisor en mute centellea. Zapping de informativos.
Casi tan difícil elaborar una opinión sólida como forrar una tartera con masa sin que se quiebre.
domingo, 30 de marzo de 2008
Saurio
Interior. Noche.
Un fósil gigante de la era precámbrica ha venido a parar al living de mi casa.
Me desplazo con cuidado para no rozarlo, me interno entre sus costillas. Ahora estoy atrapada. Soy su corazón.
Un fósil gigante de la era precámbrica ha venido a parar al living de mi casa.
Me desplazo con cuidado para no rozarlo, me interno entre sus costillas. Ahora estoy atrapada. Soy su corazón.
sábado, 24 de noviembre de 2007
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